¿Comunicamos?

Hay muchas cosas que se pueden hacer cuando tienes poco que hacer. El tiempo no suele ser un problema cuando está disponible de sobra y no encuentras cómo rellenar espacios hasta que te llega la hora de hacer “algo”.

En ello estaba yo, perdiendo todo el tiempo del que disponía, aparte de abrir un par de “intentos de negocio” vía web que no vienen al caso, cuando un amigo me propone formarme para poder “comunicar”.

Entrecomillo comunicar no porque no sea verdad y no sea comunicación, él es un experto, de los mejores, lo entrecomillo por mí. 

 

A mí, esto de escribir vaya, pero lo de hablar…jajajajajaja….eso no va conmigo, me pueden varias cosa: la timidez, la falta de recursos literarios o como sea que se llame a eso de saber hablar sin quedarse en blanco, el desconocimiento de muchos temas… la cosa es que no creo estar preparado para esto de “comunicar” más allá de escribir una especie de blog que sorprendentemente alguien lee y al que no doy la más mínima importancia, ni a nivel comunicación ni a nivel artístico ni a nivel de nada. Si me habéis leído un poco, ya lo he dicho en tras ocasiones.

 

La cosa es que me he puesto en sus manos, hemos tenido una sesión, nada más, sólo una, y no es porque sea yo o sea él, que seguro sería más por ser él que por ser yo, pero me gusta. En tres horas o menos, ha conseguido que me pique el gusanillo. Nunca me he planteado hablar delante de gente que esté allí para escucharme, de hecho, me he planteado no hacerlo por razones personales e intransferibles, pero algo me ha hecho ver mi maestro, en esas dos horas y poco, que me ha hecho dudar de mi incapacidad. 

 

Quizás porque lo que es bueno es su capacidad (en realidad no tengo ninguna duda de ello) pero siempre he pensado que mi incapacidad pesaría mucho más que las capacidades de otros, y parece ser que su capacidad es tal, que me hace dudar de mi capacidad, hasta plantearme que no sea tan grande ni tan poderosa.

 

Y en esto estamos, virus arriba virus abajo, confinamientos en camino y secuestro generalizado de población pendiente y yo, que me pongo a recibir clases de un número uno de algo que era impensable para mí.

 

El tiempo espero me corrija y sea el maestro el que lleve razón y sea capaz de enseñarme todo lo que necesite para poder, llegado el caso, hablar frente a un auditorio sin que nadie resulte herido.

 

Menudo rollo hoy, ¿no?

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