EN OTROS TIEMPOS NO DOLÍA EL AIRE

En otros tiempos era lo que ahora se llama un tipo muy popular. No se podía dar un paso sin que se parase a saludar a alguien, a preguntar por algún allegado, a comentar el partido de ayer, a poner mala cara señalando las nubes negras que vaticinaban lluvia.

 

En otros tiempos, la gente le esperaba, porque era un tipo popular, un tipo grande, alguien con quien se pasaba un buen rato. Alguien con quien disfrutar de unos minutos alegres, de un momento relajante, tranquilo, entretenido, amable.

 

En otros tiempos los amigos salían de debajo de las piedras, ninguno sabía lo que le corría por dentro, nadie sabía que toda esa fiesta era un escaparate. Nadie sabía que un tipo tan popular, amable, simpático, familiar, cercano, no era feliz.

 

En otros tiempos, el dolor, la pena, la tristeza, la desazón, eran sus compañeros de día y de noche. Nada ni nadie podía hacerle sentir lo que todo el mundo daba por cierto en él. Nadie podía imaginar su soledad en la compañía, su fragilidad y su tristeza.

 

En otros tiempos, esa persona amiga, esa persona amable, esa persona alegre, era una persona dolorida, frágil como el cristal, a merced de sus debilidades, tremendamente débil y vulnerable a pesar de su exterior acorazado, musculoso, seguro y fuerte.

 

En otros tiempos todo eso formaba su vida, ahora, en la soledad de una sala fría y vacía de un tanatorio, ya nada importa, ha vencido todos sus miedos, toda su mentira, toda su historia, pero ahora, al verlo sólo, cerrado en su nueva coraza de madera que le separa de los pocos que hemos venido, ahora desde el interior de su nueva armadura no sabe que a los que estamos allí, despidiéndonos, nos duele el aire, nos duele el alma mientras te pedimos perdón por todos los errores que hemos cometido contigo.

 

Hoy estás mejor nunca, estás donde siempre has querido estar, en paz. En paz contigo y con los demás, sin más problemas, sin más subidas, sin más bajadas, sin cuestas, sin curvas. Hoy eres libre, hoy has vuelto a nacer. Hoy vuelves a ser tú, mi padre. Nunca te volverá a doler el aire, yo me encargo.

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